sábado, 18 de febrero de 2012

Una niña de 10 años descubre una nueva molécula

Si hace ahora precisamente un año una niña de 10 años se convertía en casi una celebridad científica por descubrir nada menos que una supernova, ahora otra pequeña de la misma edad ha saltado a la fama por otro hallazgo igual de singular, aunque en un campo científico mucho más diminuto. Clara Lazen, alumna de quinto grado de la escuela primaria Border Star Montessori en Kansas (Missouri, EE.UU.), encontró de forma accidental durante su clase de ciencias una nueva molécula que puede almacenar energía. El descubrimiento ha sido confirmado por los científicos de la Universidad de Estatal de Humboldt y mencionado en una revista científica especializada.
El profesor de Química Robert Zoellner pidió a sus estudiantes de quinto que construyeran una serie de moléculas con sus kits de modelado. Obviamente, no esperaba que los niños realizaran ningún descubrimiento científico, pero cuando se acercó al pupitre de Clara Lazen vio que la pequeña había dispuesto al azar una combinación única de átomos de oxígeno, nitrógeno y carbono. El resultado era una molécula que Boehr nunca había visto antes.
El profesor comunicó lo sucedido a Robert Zoellner, colega en Humboldt y químico computacional que utiliza un programa informático para modelar matemáticamente las propiedades de las moléculas. Zoellner se puso a investigar y comprobó que, en efecto, se trataba de algo muy especial. Resultó que la nueva molécula Tetranitratoxycarbon era, en efecto, una combinación única de átomos de oxígeno, nitrógeno y carbono. Contiene la misma combinación de átomos que la nitroglicerina, un potente explosivo. Si logra ser sintetizada, podría suponer una nueva forma de almacenar energía.
Zoellner ha presentado un artículo con sus conclusiones en la revista Química Computacional y Teórica (Computational and Theoretical Chemistry), tanto Boehr como la niña figuran como coautores.
Clara Lazen ya se ha convertido en una especie de celebridad local y está orgullosa de su descubrimiento. «La mayoría de los niños de 10 años de edad no tienen sus nombres en un artículo científico», dijo a la prensa de su ciudad. La experiencia ha fortalecido su interés por la ciencia, especialmente por la biología y la medicina.

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