Desde hace unos días el tercer coloso, uno de los dos que decoraban el segundo pilono del complejo, sorprende a quienes transitan la carretera que conduce a las necrópolis de Luxor, en el sur de Egipto. Como la pareja hermana, la escultura representa al faraón Amenofis III (1390-1352 a.C.) y está tallada en bloques de cuarcita traídos de 'Gebel el Ahmar', cerca de El Cairo. Es, además, uno de los escasos vestigios del que fuera el más espectacular templo funerario del antiguo Egipto situado en la ribera occidental del Nilo. Alrededor del 1.200 a.C. un fuerte terremoto lo redujo a escombros. Su material alimentaría nuevas construcciones levantadas, sobre todo, durante la época de Merenptah (1213-1203 a.C.), hijo de Ramsés II.
250 toneladas y 15 metros de altura
La figura recuperada, que pesa unas 250 toneladas y tiene 15 metros de altura, quedó sepultada por los aluviones del Nilo en mitad de un terreno arcilloso e inestable. Su rastro se desvaneció hasta que en 2002 el proyecto liderado por la germano-armenia Hourig Sourouzian lo halló sumergido en el agua a tres metros de profundidad. Un ejército de trescientos obreros, ayudado por poleas –a la usanza faraónica- y modernos cojines de aire comprimido, logró conducirlo a tierra firme. Y en 2004 López Marcos ganó la licitación para curar las heridas del gigante."Lo primero fue efectuar un estudio de las grietas. Había muchas superficiales y alguna más profunda", recuerda el restaurador español, que también constató que el lado izquierdo de la estatua sedente sufría graves daños mientras que el derecho, que había permanecido sumergido, conservaba en buen estado una figura de Tiye, la gran esposa real de Amenofis III. "Está casi intacta, a diferencia de lo que sucede con la misma estatua en los otros colosos", puntualiza López Marcos.
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