A miles de metros de profundidad, en el fondo del océano, se encuentran algunos de los ecosistemas más extraordinarios del planeta. Especies únicas habitan en un ambiente de total oscuridad, sometidas a grandes presiones y, curiosamente, prosperando en aguas que en lugar de ser frías están a cientos de grados de temperatura.
Son las fumarolas o chimeneas volcánicas submarinas ('marine vents' por su nombre en inglés), unas fuentes hidrotermales que surgen en los puntos donde la corteza marina se abre y afloran los gases y los materiales del manto terrestre. Los científicos han encontrado cientos de estos puntos volcánicos desde hace años y han descubierto que son abundantes en formas de vida. Los minerales y el calor que afloran del subsuelo son recursos que permiten prosperar a múltiples formas de vida. En torno a las chimeneas han surgido ecosistemas extraños, con microorganismos que obtienen su energía de la síntesis de minerales y organismos superiores que se alimentan de los primeros.
A menudo, las emisiones de estas chimeneas volcánicas son de color negro, debido a las sustancias disueltas. Se las llama por ello fumarolas negras. Todas ellas ocurren en temperaturas que están por encima de los 100ºC, pues debido a la presión submarina, el punto de ebullición del agua está por encima de esa cifra, que es a la que hierve sobre el nivel del mar.
Las fumarolas negras, con su sopa química de minerales, su alta presión y su temperatura infernal son un lugar extremo para la vida. Y a pesar de ello la vida ha sido capaz de desarrollarse en ellas. Los biólogos llaman extremófilos a los organismos, muchos de ellos únicos de esas zonas, que logran prosperar allí.
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